Aun nos dura la resaca del comunicado de ETA porque no es algo que se pueda asimilar en una décima de segundo, es algo que uno debe masticar lentamente y digerir con aún más parsimonia porque a partir de ahora todo depende de cómo reaccionemos.
La ciudadanía en su inmensa mayoría acoge con felicidad el fin de mirar el bajo de los coches, de llevar siempre un par de escoltas como si fueran la sombra de uno hasta en reuniones familiares; pero tampoco se termina de creer que estemos ante el final definitivo y por eso se encomienda a Santa Cautela.
Con una ciudadanía pidiendo ser cautos, los políticos y los medios de comunicación, como de costumbre, van a lo suyo que no suele ser dar facilidades a nadie.
En el PSOE no han podido contener las lágrimas en público porque es inevitable tener en el recuerdo la imagen de velar el cuerpo de compañeros y de recordar a sus familias. Ser socialista en las grandes ciudades como San Sebastián, Bilbao o Vitoria era peligroso, pero poco o nada tenía que ver con quienes querían dedicarse a la política en localidades como Mondragón, eso sí era ponerse una diana en el pecho y aún así lo hacían. Por eso la voz quebrada del lehendakari Patxi López y las lágrimas de Rubalcaba que a tantos entierros han acudido.
En el PP las cosas en el País Vasco no fueron tampoco nada fáciles, también enterraron a compañeros por defender sus ideas, por eso nos es tan inentendible las reacciones de Mayor Oreja o de Esperanza Aguirre, y mucho menos podemos comprender como Rajoy en lugar de demostrar unidad del partido ignora esas voces discordantes dejándolas estar.
Rosa Díez sigue «escupiendo» contra ETA apoyada por Savater y los suyos porque es parte importante de su discurso político y ahora tiene que cambiarlo para poder continuar.
Los medios de comunicación tampoco han sido unánimes a la hora de poner titulares. Cada cual ha resaltado una parte del comunicado, para unos es la paz y para otros no es suficiente; también tenemos que soportar a cierto sector que más parece incendiario que apagador de fuegos defendiendo la tesis que todo no es más que otra patraña y lo califican de ofensa a las víctimas de la barbarie porque en el comunicado no han incluido el perdón ni tampoco han entregado las armas.
El perdón, el perdón, algo que con el tiempo indudablemente debe llegar, pero… ¿exigimos un perdón colectivo en forma de comunicado o debemos esperar uno individual?
De momento disfrutemos de cómo ETA lo llama “cese definitivo” y preparémonos para saber vivir en tiempos de paz porque es lo que siempre hemos soñado; ahora que lo hemos conseguido debemos demostrar que sabemos vivir con esta nueva libertad y para ello debemos estar unidos todos. Ya no hay bombas solo palabras, todos tendremos que cuidarlas incluidos políticos y medios de comunicación.
Galiana