Que Merkel y Sarkozy decidan ayudar a la Banca antes que a las personas nos causa indignación y estupor pero pasado el primer embotamiento conjuguemos el verbo reflexionar porque el tema da para eso y para más.
Partiendo del axioma que a día de hoy todos los ciudadanos tenemos nuestro dinero en los bancos, atrás quedaron los tiempos de guardar los ahorros en el calcetín, el colchón o debajo la loseta, por nada del mundo quisiéramos verlo caer al estilo Lehman Brothers y quedarnos sin nuestros ahorros de toda la vida.
Por lo tanto el quid de la cuestión no radica en como el Estado, o en este caso la UE, ayudan a la Banca inyectado dinero del contribuyente; el origen de todo esto debemos buscarlo mucho más atrás, porque es evidente que el sistema falló en algún momento del recorrido.
España, por mucho que nos empeñemos, no “is diferent” y de un tiempo a esta parte alguna que otra Caja, la cual no vamos a mencionar porque son más de las que debieran, ha debido ser rescatada e intervenida con el dinero de todos. Estas entidades financieras han estado gestionadas por una panda de gentuza que no conoce la vergüenza, nombrados a dedo para ocupar dicho cargo en base no a su destreza a la hora de dirigir las mismas sino como parte del pago a favores debidos por apoyos coyunturales en momentos puntuales.
Esta caterva de ineptos desaprensivos han llevado con su nefasta gerencia a estas entidades a la más absoluta de las hecatombes financiando operaciones calificadas de alto riesgo, las participaciones en aeropuertos fantasmas de escaso o nulo funcionamiento por poner algún ejemplo; de lo que se han encargado, muy mucho, es de dejar patente que jamás se lucraron con las «operacioncitas» de marras.
Una vez hecho el desaguisado le piden al Estado ayuda y éste accede porque no están los ánimos como para soportar a contribuyentes organizando la marimorena porque se han quedado sin sus escasos ahorros en los tiempos que corren.
El Estado rescata la entidad financiera inyectado dinero del contribuyente como mal menor, pero… a cambio retira a esta cuadrilla de incompetentes caraduras con unas suculentas indemnizaciones y unas suntuosas jubilaciones, premiando de este modo sus desatinos en lugar de acusarles por su mala gestión y encargarse de que sean castigados por ello.
¡Hagan juego, señores, hagan juego! Pero no olviden la máxima que la Banca siempre gana.
Galiana
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