El PP y el PSOE reunidos en sus cuarteles generales dando los últimos toques a la campaña electoral pero con hojas de rutas diferentes.
Rajoy y los suyos en Toledo, por aquello de darle facilidades a Cospedal que anda metida hasta las cejas en el problema de no poder pagar a los farmacéuticos porque en las arcas de Castilla-La Mancha no hay ni telarañas.
El controvertido acuerdo con Zapatero sobre la no menos asombrosa y repentina reforma de la Constitución y su artículo 135 ha dado alas al diseño de una campaña que en principio con sacar a relucir convenientemente el listado de cinco millones de parados y las cifras del déficit público les servía para que los votantes confirmaran que el Gobierno, y por ende el PSOE, es lo peor que le ha podido pasar a España.
Los de Génova saben que la campaña electoral necesita de un diseño para hacernos creer a todos que el enemigo ya no es Zapatero, que Rubalcaba es más malvado que la quina, que como gobernante ni está ni se le espera y, como gestor nos rebozarán el caso “Faisán” hasta la saciedad. Lástima que en su hoja de ruta electoral no incluya un programa donde se expongan ideas, medidas o propuestas para intentar paliar la crisis que nos asola.
Mientras Rajoy y los suyos se frotan las manos ante una victoria aplastante sobre los socialistas, los de Ferraz soportan una tensión interna harto complicada.
En el PSOE la reforma del artículo 135 les ha dividido, todos o casi todos apostaban por las ideas socialdemócratas propuestas por un Rubalcaba que intentaba tras su elección como candidato mantener la cohesión interna del partido en un momento en el que nadie quiere quedarse en un barco que navega a la deriva más cerca del naufragio tras la tormenta que se avecina que de llegar a puerto con algún que otro desperfecto pero intacto en lo esencial.
Zapatero exige a los socialistas disciplina de partido a la hora de votar la reforma constitucional en el Congreso contando para ello con la ayuda, a regañadientes, de Rubalcaba.
Los diputados socialistas votarán en el Congreso tapándose la nariz porque Rubalcaba les ha convencido que hurtando a los votantes el derecho a decidir sobre la reforma constitucional el importe tendrá un coste asumible, pero si la UE nos interviene de facto antes del 20N la factura les dejaría con menos de 117 escaños y eso es bordear el más espantoso de los ridículos.
Galiana