Estamos obcecados con adelantar las elecciones a noviembre como si el adelanto electoral fuera la panacea a todos nuestros problemas, como si cambiar el cromo de Zapatero por el de Rajoy supusiera dotar de más valor a nuestra colección.
Tal y como estamos ahora mismo el anticipo de los comicios no sería la solución pero si una válvula de escape para todos, aunque tal vez el tiempo estival recién estrenado sea un factor más determinante.
De momento el personal piensa en las vacaciones despreocupándose de situaciones político/financieras, de indignarnos, de cualquier cosa que no huela a comprar a crédito unos días de asueto que no podemos pagar pero que necesitamos disfrutar.
El problema vendrá en septiembre cuando todo vuelva a la normalidad, cuando los gastos escolares y el crédito vacacional nos despierten de golpe a la realidad; entonces volveremos a acordarnos del #15M, de nuestra maltrecha economía, de las listas del paro y demás factores que dominan la sociedad actual.
Será entonces cuando el Gobierno anuncie si convoca o no elecciones. Que nadie se engañe, pase lo que pase nada será fruto de la improvisación, estas cosas son producto de un estudio bastante pormenorizado de los pros y los contras, y el Gobierno lleva en ello largo tiempo.
Zapatero se enfrenta en breve al Debate del Estado la Nación, curiosa pantomima que representarán nuestros políticos para reconocer que España va de mal a peor, que no hay forma de salir de esto, y en el mismo nadie aportará una sola idea para tratar de reconducir la situación tan grave que atravesamos.
Desde el Gobierno se nos intentará vender una situación menos catastrofista, es su obligación; desde la oposición se limitarán a pedir un adelante adelanto electoral y puede que se atrevan a presumir de saber hacerlo mejor pero sin dar explicaciones.
Puede suceder que Zapatero pierda los pocos y puntuales apoyos que le quedan y entonces decida el adelanto electoral sin reconocer que la legislatura se extinguió hace demasiado tiempo.
El planteamiento no está en la conveniencia de adelantar o no los comicios, el planteamiento está en saber si el PP sabrá solventar los problemas que nos acucian.
¿De verdad estamos preparados para lo que venga después de haber cambiado el cromo de Zapatero, con el que no sabemos resolver la crisis por ineptitud y falta de medios, por el de Rajoy que abrazando la Orden de los Cartujos (orden religiosa basada en la contemplación y la oración) cree que el silencio es la actitud que le dotará de aptitud para resolver los problemas?.
Galiana.