Con los medios de comunicación acólitos preparados como altavoces, a bombo y platillo en el PP han dado por comenzada la precampaña para las elecciones del 2012. El punto de inflexión ha sido ver como Rubalcaba se arremanga la camisa para “hacer la calle” (que nadie me malinterprete el Superministro no ejerce la profesión más vieja del mundo) en un intento por devolver la confianza a los suyos en lo suyo. Ante esto al PP se le “aflojan las canillas” y toma cartas en el asunto con una declaración de intenciones sobre su programa electoral en una rueda de prensa con Rajoy, quien por cierto sabe atender a la prensa aunque no lo demuestre con asiduidad.
Hasta ahí todo entraría dentro de los cánones de la normalidad, el problema es que el discurso del líder del PP adolece de contenido sustancial, se mire por donde se mire no aporta nada que no hubiera podido aportar hace meses.
De todos los puntos expuesto por Rajoy hay uno que destaca por encima de los demás, el anuncio sobre que los territorios gobernados por el PP, que son todos o casi todos, serán sometidos a sendas auditorias. Ante una noticia de tal calibre podríamos incluso aplaudir porque sacudir las alfombras para demostrar la transparencia en las cuentas de los gestores públicos nunca viene mal y hasta es de agradecer.
Alguno que otro se ha puesto a temblar pero todo el mundo tranquilo que nadie se altere porque este punto fundamental de la declaración de intenciones tiene letra pequeña. Solamente las dichosas auditorias se llevaran a cabo en los territorios que han pasado a manos del PP, con lo cual Madrid, Murcia, Valencia, Castilla y León, por poner un ejemplo, no tienen nada que temer porque nadie va a mirar lo que se esconde debajo de sus alfombras.
A esto en mi tierra se le llama “La Ley del embudo” es decir, la parte ancha para las CCAA que ya venían gestionadas por el PP, y el lado estrecho para las que venían de ser gobernadas por el PSOE.
Si con esta “Ley del embudo” pretende Rajoy llegar a ser Presidente del Gobierno que los dioses nos amparen porque se avecinan tiempos de “vendettas” y no de soluciones para un país que, mal que nos pese, se ha convertido en un adicto al funambulismo en el alambre.
Galiana