La campaña electoral está siendo alterada, que no adulterada, por una elemento con el que nadie contaba, la voz de la ciudadanía; esa voz que hasta ahora permanecía en silencio, aletargada, acomodada en la conformidad.
De todos es sabido que los españoles nunca hemos tenido fama de doblegados pero de un tiempo a esta parte estábamos siendo unos desconocidos, incluso para nosotros mismos. Este “encogimiento de hombros”, este “pasotismo” por todo, este “me da igual” no va con nuestro carácter, con nuestra idiosincrasia, ni siquiera en épocas de dictadura hemos agachado la cabeza.
¿Qué nos está sucedido? Durante un tiempo casi todos teníamos un trabajo, más o menos estable, que nos daba para “ir tirando”; con mayor o menor esfuerzo podíamos pagar un préstamo hipotecario para disfrutar de una vivienda digna; sustituíamos un coche por otro como quien cambia de camisa; disfrutábamos de unas, más o menos, merecidas vacaciones pagadas con la tarjeta de crédito; por encima de todo esto, teníamos un futuro cierto, o creíamos tenerlo.
La crisis se lo ha llevado todo. Hoy tener un trabajo es disfrutar de un lujo no al alcance de todos; nos las vemos y deseamos para conservar nuestra vivienda; ponemos “velas a los santos” para que el coche no tenga una avería importante; el concepto de las vacaciones nos hemos visto obligados a sacarlo de nuestro vocabulario.
Desde el pasado #15m la ciudadanía demuestra que no todo está perdido, alza la voz pacíficamente contra un el sistema político/financiero incapaz de ofrecer expectativas.
Cierto es que personalmente no estoy de acuerdo con todas las propuestas expuestas, pero incuestionablemente aplaudo que la ciudadanía se signifique de forma pacífica tratando de buscar alternativas que equivocadas o no, eso el tiempo lo dirá, nos incitan a no permanecer de “brazos cruzados”.
A los políticos nada de esto les favorece, ni a unos ni a otros, porque la sociedad les está arrojando a la cara su incompetencia a la hora de cumplir con sus funciones, que no es otra que la de defender los intereses de todos. Los banqueros y los grandes empresarios seguirán haciendo oídos sordos para seguir a “lo suyo”, porque cada vez que su negocio tenga un agujero “Papá Estado” seguirá saliendo al rescate. Los periodistas puede que a esta demostración de “no conformismo” le demos más o menos cobertura, pero es evidente que a favor o en contra, ni debemos ni podemos permanecer indiferentes.
Bienvenida sea la recuperación de la capacidad de reacción, el espíritu de lucha pacífica, el regreso de nuestro histórico inconformismo.
Galiana