Vivimos en un país donde los asuntos más absurdos los convertimos en extraordinarios y los de cierta relevancia los transformamos en naderías. En este orden de cosas nos atrevemos a cuestionar las decisiones del Tribunal Constitucional como hacemos con las decisiones de los entrenadores de fútbol, desde el sillón de nuestra casa mientras vemos por la tele el partido del fin de semana. De fútbol puede que a la fuerza de ver tantos partidos algo hayamos aprendido; de leyes, de procedimientos judiciales e incluso de cómo funciona el más alto tribunal no tenemos ni la más remota idea y aún así osamos criticar dándonoslas de entendidos en la materia.
Nos quedamos con la idea Bildu, terroristas, magistrados que autorizan a que estén en las instituciones públicas con la aprobación del Gobierno. Es el mensaje que nos quiere hacer llegar el PP, UPyD, la AVT, pero nadie explica los motivos que han llevado al alto tribunal a tomar esta decisión contradiciendo al Tribunal Supremo.
Estamos en campaña electoral todo es susceptible de utilizarse en provecho propio o para desacreditar al contrario, envolviendo de tal suerte al votante indeciso que no sabe muy bien por donde se anda.
Los mítines están siendo sosos, aburridos, sin anuncios significativos de nada, con alguna que otra puya personal estilo Camps y el abuelo de Zapatero, e incluso introduciendo términos como abyecto para referirse a un rival; nada que no hayamos visto en la larga precampaña.
El PP se siente ganador y se cree con derecho a presumir de doble moral en el asunto del terrorismo, siempre lo ha hecho y siempre lo hará. En el hipotético caso que los terroristas entregaran las armas con una rendición definitiva Rajoy y los suyos no tendrían argumentario en su discurso, quizá entonces expondrían las escondidas medidas económicas de las que presumen para sacarnos de la crisis y su maravilloso pero desconocido plan para reducir los casi cinco millones de parados.
El PSOE se sabe derrotado. Zapatero poco a poco va haciendo mutis por el foro, Rubalcaba y Chacón no deben ni quieren significarse en exceso pues su cabeza la tienen en las primarias dentro del partido y la ayuda a los Barones socialistas para mantener sus feudos la realizan con cuentagotas.
Andamos escasos de ideas, incluso de malas ideas. Nos hemos vuelto demasiado inmovilistas, como si no nos importará nada ni nadie, da igual quien nos gobierne en nuestro municipio, en nuestra CCAA. Parece que le hemos perdido el interés a la política como hace años se lo perdimos a la cultura ya ni nos llama la atención que, Arturo Pérez-Reverte, miembro de la RAE, haya sido condenado por plagio.
Los políticos no demuestran su oficio ni en las campañas electorales, los académicos son condenados por plagio, el Tribunal Constitucional contradice al Supremo. Estas situaciones crean discrepancias desde el sillón de casa y para los de casa.
Al menos hemos tenido a bien ponernos de acuerdo en un asunto de máxima relevancia. Todos hemos decidido llevar luto por uno de los grandes deportistas españoles. Se nos fue Severiano Ballesteros, el deportista que defendió los colores de España enfundándose chaquetas verdes en los tiempos en los que no estaba de moda eso de “Soy español, ¿a qué quieres que te gane?”, lo suyo fue mucho antes de Nadal, la “Roja”, Alonso, Gasol, Contador, Lorenzo…. Un tumor le gano la partida de la vida pero engrandeció su leyenda haciéndole inmortal.
Galiana