Ser empresario vasco y recibir una misiva donde se me anuncia que ya no debo pagar el mal llamado “impuesto revolucionario” es algo que me llena de satisfacción y orgullo porque de una vez por todas puedo ser algo más libre en un país donde se me presupone dicha libertad.
Los asesinos pensaran que los empresarios están tan gozosos ante este hecho, que están pensando en organizar una fiesta con traca de fuegos artificiales para conmemorarlo por todo lo alto.
Piensan en celebrar como van a dejar atrás años de extorsión y temores, de caminar alerta por si alguien les seguía, de recibir llamadas anónimas con tono amenazante, de mirar los bajos de los coches antes de subir a ellos, de pagar seguridad privada para proteger a la empresa y a sus familia, de plantearse abandonar el País Vasco y empezar en otro sitio.
La banda armada nunca justifico los motivos para exigir el impuesto revolucionario, sencillamente lo exigía sin más; en caso de impago venían los secuestros de los empresarios o de algún miembro de sus familias, los boicots empresariales, las bombas contra las instalaciones o en los vehículos particulares. Todo eso se resumía en un “paga o asume las consecuencias”, al más puro estilo mafia siciliana, y los empresarios a tragar.
Los grandes propietarios pagaban con fuertes sumas de dinero que incluso ponían en peligro los beneficios de sus empresas; las PYMES vascas soportando pintadas en sus fachadas, peticiones monetarias en determinadas colectas y miles de amenazas.
Los terroristas ahora dicen buscar paz, concordia, entendimiento. Ya nadie les cree, ese es el problema, después de tantas treguas/trampa los empresarios vascos se han aprendido el cuento de “Pedro y el Lobo”.
Quizá por el dichoso cuento es porque no confían en el contenido de las cartas sobre la cancelación de la exigencia de pago del impuestito de marras; quizá por eso creen que los motivos para dicha suspensión no se enmarca dentro del alto al fuego decretado el pasado 10 de enero, lo sitúan más cercano a una negociación encubierta sobre la impugnación de las listas electorales de Bildu.
Mientras esta banda de asesinos desalmados no entregue las armas con una rendición total el miedo y la inseguridad continuaran siendo el factor determinante de los empresarios vascos.
Galiana