La Madre Naturaleza desató su furia para recordarnos lo que somos, unos simples, insignificantes y mortales humanos. Incapaces, a pesar de nuestro endiosamiento, de evitar catástrofes como la sucedida en Japón.
Veremos una y mil veces estas imágenes con dolor, estremecimiento y congoja. Nos harán llorar y sentirnos presos de la rabia y la impotencia.
Lo cierto es que a día de hoy nadie sabe cómo evitar que sucedan desastres como el de Japón, o el año pasado en Chile y Haití.
¡Qué fácil resulta culpabilizar y responsabilizar de este cataclismo a la Madre Naturaleza! ¡Qué tanto nos cuesta reconocer que la humanidad algo no debe estar haciendo bien con el planeta!
Galiana